Antes de la conquista de los Reyes Católicos era el barrio más popular y rico de la ciudad medieval, concentrándose en él gran número de casas y tiendas. Tenía tres hornos de pan, baños públicos, alhóndiga, molino y mezquita (actual iglesia de San Juan). Tras la conquista pasó a denominarse barrio de la Morería por concentrarse en él la mayor parte de la población morisca que permaneció en la ciudad tras su toma en 1489.
Aquí podemos contemplar dos muestras esenciales de la arquitectura civil bastetana del XVI.
Una de ellas, la conocida popularmente como “casa de las tetas”, debido a la decoración plástica de su fachada que recuerda a pechos femeninos. Posee un bello patio central con columnas y capiteles de mármol que apean gruesas jácenas de potente escuadría.
La otra, los “Balcones de Palo” de la plaza de San Juan, formados por balconadas con balaustradas de madera y celosías con pies derechos y zapatas que soportan un cuerpo superior cerrado en saledizo, conformando un conjunto de gran belleza plástica y que son, sin duda, el mejor referente de lo que pudo ser la imagen urbana de otras tantas calles del casco antiguo de la ciudad en el primer tercio del siglo XVI.
Antes de la conquista de los Reyes Católicos era el barrio más popular y rico de la ciudad medieval, concentrándose en él gran número de casas y tiendas. Tenía tres hornos de pan, baños públicos, alhóndiga, molino y mezquita (actual iglesia de San Juan). Tras la conquista pasó a denominarse barrio de la Morería por concentrarse en él la mayor parte de la población morisca que permaneció en la ciudad tras su toma en 1489.
Aquí podemos contemplar dos muestras esenciales de la arquitectura civil bastetana del XVI.
Una de ellas, la conocida popularmente como “casa de las tetas”, debido a la decoración plástica de su fachada que recuerda a pechos femeninos. Posee un bello patio central con columnas y capiteles de mármol que apean gruesas jácenas de potente escuadría.
La otra, los “Balcones de Palo” de la plaza de San Juan, formados por balconadas con balaustradas de madera y celosías con pies derechos y zapatas que soportan un cuerpo superior cerrado en saledizo, conformando un conjunto de gran belleza plástica y que son, sin duda, el mejor referente de lo que pudo ser la imagen urbana de otras tantas calles del casco antiguo de la ciudad en el primer tercio del siglo XVI.